CIELO (II)
Al final de los días, todavía un poco cansados por el Juicio, los amigos disfrutaban de las delicias del Cielo. Flotando en la satisfacción, en la certeza divina de que se habían terminado los problemas, de que había valido la pena ser buenos. Estaban en el auto rojo, o en una representación del auto rojo, como aquella tarde. La eternidad se extendía ante ellos como un camino gigantesco a recorrer.
De pronto, aquel sonido. Todavía tenía olor a nuevo el paraíso cuando fueron violentamente arrancados de la absorta contemplación de una nutrida bandada de ángeles que los sobrevolaba. El sonido del cielo que se partía terminó con los aleteos. Por la grieta entró una lengua de fuego. Jero los miró. Maite corría. Ezequiel lloraba. Andrés estaba sentado, con cara de resignación. Entonces miró a Dios. Vio que la sorpresa lo había dotado de una cara llamativamente humana, y que su corazón celestial se encogía de miedo a una velocidad infinita.
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2 comments:
Es usted una cajita de hermosas sorpresas, chico del ojo izquierdo triste.
Me gustó mas el primer comentario. El segundo no lo entendí. No hablo mexicano.
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