Friday, July 22, 2005
Antes de entrar a mi casa, casi siempre se que me espera el caos. Entro. Si, me esperaba. Cosas tiradas, platos con restos de comida, restos de comida sin platos. Un cobayo que se escucha pero que no se ve. Hermanos y amigos gritando. Saludo y paso para la pieza. Con la puerta cerrada parece un refugio, pero se que adentro tiene que ser peor. Abro. Me asombro. No hay cosas tiradas, ni camas desechas, ni gente gritando, ni cantantes gritando, ni guitarras gritando, ni cobayos gritando, ni vasos, ni restos de comida, ni tazas usadas de cenicero, nadie durmiendo en mi cama. Ni siquiera se escuchan los gritos de afuera. Pero hay un detalle sospechoso: no se siente olor a orden. Se siente el olor de siempre. Es que las azarosas formas del caos han tomado momentáneamente la forma del orden. Un segundo después el caos vuelve a ser reconocible.
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1 comment:
hoy venía caminando furiosa por la calle. venía rumbo a mi casa.
venía furiosa de verdad.
pensé que al llegar a casa podía hacer una bola con mi enojo y hacerla rebotar por las paredes, el suelo, los techos, los muebles. pensé que la bola cada vez ganaría más velocidad y no dejaría de rebotar y rebotaría cada vez en un lugar distinto. imaginé también que la bola iría ordenando todo a su paso. en mi casa siempre reina el desorden.
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